Sobran evidencias de que, de hecho, habiacute;a motivos de alarma: maridos que descuidan el sustento familiar, que maltratan esposas e hasta las abandonan de convivir con sus aficionados; apasionados que exigen sobre las damas promesas sobre fidelidad; desengantilde;ados que agriden a las cortesanas exigiendo la devolucioacute;n de presentes cuando dispensados; celosos que retan a las rivales para decidir quien permaneceraacute; con la joven amada, joacute;venes que dilapidan alegremente las fortunas como Joseph Jimeacute;nez que en el transcurso de via antilde;o regaloacute; a Dontilde;a Manuela la Chica ropa asi como joyas por precio sobre 3000 reales (AHN, Consejos, Leg. 5665, antilde;o 1694). En sintesis, »las damas quieren aderezo en el enamorado. finezas, afectos, suspiros, llantos, ternezas, halagos, paseos, obligaciones, atenciones, valentiacute;a en el donaire y no ha transpirado donaire en no ver blanca». Es decir, se prostitucion sobre un clase de prostitucioacute;n maacute;s sutil, refinada y ceremoniosa en la cual las intereses, que en uacute;ltima instancia la fundamentan, quedan disimulados pequeno unas galanteriacute;as en las que reside buena pieza sobre la aficioacute;n que suscita este trato.
La pasividad, la discrecioacute;n de la mujer estaacute;n totalmente ausentes del proceder de estas damas cortesanas: sin viacute;nculos parientes, no esperan pasivamente que la caridad les sustente, de guardar discretamente su honra dentro de cuatro paredes: ellas toman las riendas sobre su vida: deciden coacute;mo y no ha transpirado con quieacute;n vivirlas. Tambieacute;n deben la empuje sobre la relacioacute;n: son ellas las conquistadoras, y no ha transpirado nunca al contrario. En suma, las cortesanas llevan al descreacute;dito la apariencia de la femina doacute;cil, de la esposa devotada y no ha transpirado sufridora, sobre la joven doncella enclaustrada, privada de estas diversiones cortesanas, oponiendo la fama de una mozo guapa desplazandolo hacia el pelo entretenida, que decida el rumbo sobre sus relaciones con el sexo opuesto.
Por uacute;ltimo, las cortesanas son un excelente paradigma sobre la novedosa verdad madrilentilde;a: ellas https://datingranking.net/es/older-women-dating-review/ proclaman abiertamente las tratos iliacute;citos: no estaacute;n apartadas en determinadas travesias o barrios ni recluidas en casas de trato, dispersas por la ciudad, invaden todo el mundo las aacute;mbitos, en donde se mezclan ostensivamente con hembras de clase y no ha transpirado castas doncellas: »Entra en el santuario la mujer, convirtiendo a siacute; los ojos sobre todos. toma sitio desplazandolo hacia el pelo toacute;male enfadaacute;ndose con las que no se le dejan bastante desahogado, porque presume que el superior vestimenta merece el preferiblemente lugar» (ZABALETA, 1983, p.121). Ambiciosas, nunca se limitan a ganarse la vida en locales estigmatizados: pregonan a los cuatro vientos su atractivo, su riqueza, su permitirse, y referente a la base sobre dichos nuevos valores, que ninguna cosa tienen que ver con la virtud, uacute;nico don probable de la femina aseado, reclaman su espacio en la comunidad.
Representan el afan de ascender socialmente viacute;a riqueza, la aspiracioacute;n de labrarse una posicioacute;n a partir de una bella figura y de un variado menuacute; de diversiones, manejando con destreza las leyes sobre la oferta asi como la demanda. Son efecto sobre la vida de un contexto favorable de el dispendio (dinero, anhelo sobre ostentar y atraccioacute;n por la innovacion) acompantilde;ado de la invasioacute;n de articulos (a menudo de importacioacute;n). Son tambieacute;n fruto del lastre de estas apariencias »no vivimos con la urgencia, sino con la opinioacute;n» ( SALAS BARBADILLO, 1951, p. 149). Al famoso axioma »Las chicas no basta que sean honradas que es quehacer que lo parezcan» oponen su opuesto: »no es obligatorio acontecer honrada, basta parecerlo». Este razonamiento abre la oportunidad sobre alcanzar con dinero las preeminencias reservadas a la honra. Son el fruto de la colectividad que reuacute;ne ingentes joacute;venes solteros, usuarios de las maacute;s diversas condiciones, chicas desprovisto amparo viril y no ha transpirado, por tanto, carente alternativas Con El Fin De conservar la reputacioacute;n, desprovisto dinero y desprovisto oportunidades de conseguirlo por medios liacute;citos, del anonimato, de la confusioacute;n de estados, que puede convertir en damas a hembras de pequei±a condicioacute;n.
A la riacute;gida humanidad estamental basada en la casa cuya titulacioacute;n desplazandolo hacia el pelo renombre cabe a todos las miembros defender, las cortesanas oponen la disputa del individuo desarraigado, por abrirse itinerario en base a meacute;ritos que no obligatoriamente se ajustan a los discernimiento de muerte y virtud.
Por estas circunstancias el tema se presta, conveniente que ninguacute;n otro, a realizar la gama de criacute;ticas a aquella colectividad: criticando la estima por el dinero, las moralistas rechazan valores sobre la economiacute;a capitalista (intereacute;s, beneficio, aptitud) fenoacute;meno del que las cortesanas forman pieza. Ademaacute;s el asunto es bastante indicado de indagar las relaciones conyugales asi como realizar hincapieacute; en el comportamiento femenino. Por uacute;ltimo, y a partir del anaacute;lisis de las modificaciones en el proceder sobre los dos sexos, se pasa a combatir los cambios sociales, de nuevo tomando las cortesanas igual que hilo conductor por motivo de que eacute;stas, aprovechando la oportunidad que el culto a las apariencias les brinda, invirtiendo los teacute;rminos, aportan sobre relieve las fisuras y no ha transpirado contradicciones de esa comunidad que posibilita an una prostituta igualarse en agradecimiento a la dama virtuosa. Desplazandolo hacia el pelo ante cambios reales en la sociedad los moralista oponen la revuelta al prototipo usual: cuanto mayores son las divergencias dentro de la comunidad y las modelos maacute;s intransigentes seraacute;n las propuestas.
REFERENCIAS BIBLIOGRAacute;FICAS
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ZABALETA, J. El diacute;a de fiesta por la mantilde;ana desplazandolo hacia el pelo por la tarde, Madrid, Castalia, 1983.
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